lunes, 1 de agosto de 2011

<< Noches de verano >>

Ahora el frescor de la madrugada es lo único que me hace compañía. Miro por la ventana y un cielo encapotado me da una sensación de seguridad algo inquietante. El aire mueve una y otra vez las cortinas, las mece con suavidad dejando constancia de su presencia. 

Por un momento sonrío y noto otra vez esa brisa agradable, pero esta vez por mi cara, como una caricia. Entierro la cabeza entre mis brazos y cierro los ojos, poco a poco me voy evadiendo. No noto cansancio, no tengo sueño. 








 "Eso ha sido increíble" pienso cuando levanto la cabeza. Un suave aroma llega hasta mi nariz, seguido del murmullo de gotas cayendo al vacío. Un olor puro y un sonido sedante. No puedo evitar sacar las manos por la ventana, apoyado en el alféhizar mientras esa lluvia va recorriendo mi piel, agua fría pero sensible al mismo tiempo. 


Deja de llover. Entro de nuevo y me estremezco un poco, por un instante el viento se detiene y el olor a tierra mojada se desvanece. Sólo queda un calor, un tenue calor que me va cubriendo. Calma mi piel y sosega mi mente. 






Los párpados me comiezan a pesar. Arrullado por los elementos, empiezo a descender hacia un sueño tranquilo y despreocupado. Su presencia se va alejando, pero puedo seguir notando como están ahí...

No hay comentarios:

Publicar un comentario